domingo, 20 de diciembre de 2009


María



Podríamos llamarla María, en realidad no recuerdo su nombre.

Tez oscura, ojos dulces, sonrisa bella... era totalmente inmadura. Creo que tendría alrededor de cuarenta años pero su carita era aniñada, infantil, no parecía normal si por normal entendemos al ser humano con capacidad caritativa, sentido común y capacidad de amar.

Caminaba todo el día, siempre pedía para ayudar a su abuela. Vivía lejos del centro pero venía todos los días a la Municipalidad para buscar algún dinero.

A todos los que trabajábamos en la Oficina nos conquistó el día que quiso sacarse una foto junto a nosotros.

Por un tiempo no la vimos, cuando la volvimos a encontrar nos enteramos que había tenido un bebé. No quisimos indagar sobre el padre del bebé pues sabíamos que había sido producto de algún humano normal pero salvaje.

Después que tuvo a su hijo ya no fue la misma, la vida la había endurecido. Ya no era la misma joven que solíamos ver.

El nacimiento del bebé lejos de alegrarla le había traído problemas, lejos de estar capacitada para criarlo, había venido a aumentar su zozobra económica. Si antes debía cuidar a su abuela, ahora debía procurar el alimento diario también a su hijito, que por otra parte no estaba con mucha lucidez para hacerlo.
María va mi cariño de siempre hacia tí que nos alegrabas las mañanas con tu sonrisa despreocupada, en aquellos días, antes de sufrir la violencia de alguien que no supo ver quien eras en realidad o no le importó averiguarlo...

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